jueves, 21 de mayo de 2009

New York. Domingo 23 de Julio de 1933.


Foto de Archivo del Herald-Tribune: Amelia Earhart. 1929.

Había una última persona a la que quería haber visitado mucho antes y que, sin duda, a la víspera de mi entrevista necesitaba volver a ver. Se trata de mi mentor y protector J.H. Worth. El profesor Worth me ha recibido entusiasmado. Su regalo era el más especial: los originales de mi entrevista al líder revolucionario Mao TzeDong. Sé que él sabe valorar estas cosas. Le he emocionado. También les he traído toneladas de té chino de muchas variedades, pues esos asiáticos son expertos en el arte de mezclar y aromatizar las hojas. Mrs Worth no ha tardado en preparar un poco para nuestra sobremesa y sus afamadas pastitas de naranja tampoco no han tardado en aparecer, para mi regocijo. Ummmm, nadie puede hacerse a la idea de cuánto las he disfrutado.

Necesitaba los consejos de mi maestro para afrontar la cita de mañana y asegura que hará lo posible por limar las asperezas que puedan surgir en relación a mi condición de mujer. Lamentablemente no conoce personalmente a Starkweather, aunque podría hablar con personas cercanas al entorno académico del doctor Moore. Sin embargo, me ha advertido de que todo el mundo en el medio está “tirando de agendas” para lograr colarse en este evento, así que la cosa está más que reñida.

Hemos charlado mucho más de lo habitual, hasta casi entrada la madrugada y sólo hemos parado por la necesidad de descansar bien para afrontar la prueba de mañana con toda la lucidez posible. No obstante me ha apuntado algo interesante:

Me ha aconsejado entrevistar a Amelia Earhart. Al parecer, tras su proeza en el 28, esta vez a los mandos del avión, ha seguido sumando retos en estos tres años que he estado fuera del país y se ha convertido en un auténtico fenómeno de masas y una abanderada de la condición femenina. Dice que aparecer mi nombre junto al de ella podría ser un interesante golpe de efecto. Lamentablemente ya es algo tarde para que esa relación aparezca antes de la entrevista de mañana, pero siempre es una ayuda.

Aparte de otros importantes logros personales, el año pasado voló en solitario desde Harbour Grace hasta Newfoundland en Gran Bretaña, convirtiéndose en la primera mujer en lograr atravesar el Atlántico dos veces y en el menor tiempo hasta la fecha.
Al parecer ha estado hasta hace muy poco de Tour por Europa. Cuando llegó a N. York a finales del año pasado, la recibió el presidente Hoover en persona que le condecoró con la medalla dorada especial de la Nacional Geografic Society y el Congreso la condecoró con la Distinguished Flying Cross, concedida por primera vez a una mujer.

Dice que ella y yo nos parecemos bastante, que tenemos el mismo espíritu emprendedor y transformador y que sería bueno que la entrevistase, que podría hacerme bien para aprender de alguien como ella.

El profesor es buen amigo personal de George Palmer Putnam, su marido, el editorialista de N. York que le dio la oportunidad de subir como pasajera por primera vez en aquel Fokker F-8 en Halifax en el 28. Parece ser que él acabó divorciándose de su primera mujer y casándose con Amelia hará un par de años. No podía ser de otra manera y resulta que Putnam fue alumno de mi mentor. Intercederá por mí para arreglar esa entrevista.
Pensándolo bien, me encantará conocer a esa heroína. Cualquier cosa que pueda enseñarme, me vendrá bien, aparte del apoyo mediático que podría ser que ella avalase mi candidatura públicamente. Soñar no cuesta dinero.

No hay comentarios:

Publicar un comentario