jueves, 15 de enero de 2009

Breve Semblanza biográfica de Lynda M. James. (Hasta 1933)


Datos biográficos (hasta 1933):



Lynda Marie James nació en una familia de clase media en el nº 20 de Cheever Pl, Brooklyn, Nueva York el 12 Septiembre de 1907. Es la menor de cinco hermanos y la única hija del matrimonio James.

Su padre Thomas F. James era Teniente de policía en el distrito de Brooklyn. Un hombre respetado y con un currículo brillante. Durante la década de los 20 las intervenciones de su grupo en los locales clandestinos fue notoria y su prestigio llegó a la prensa en numerosas ocasiones. Lynda tuvo una buena educación en el B.P.D. Elementary Girlschool para los hijos del cuerpo. Allí conocería a Lorraine Fallswood.

El duro golpe de la pérdida de su hermano Thomas en la guerra en Europa la marcó a la tierna edad de 10 años y explicaría en parte la obsesión de Lynda, más adelante, por lo conflictos bélicos.
Mientras el resto de sus hermanos ingresaban en el cuerpo de policía, ella prosiguió sus estudios en el Packer Collegiate Inst‎, (170 Joralemon St, Brooklyn, NY). Especialmente preocupado en la educación de las mujeres. Fue una buena estudiante pero el dinero familiar se invirtió en la educación de sus hermanos mayores, especialmente los estudios universitarios de su hermano Douglas que dejó el cuerpo para ingresar en la universidad e iniciar sus estudios de derecho.

Sin embargo, Lynda conocería por entonces a alguien muy especial en su vida. El profesor Hamilton Worth, doctor en estilo periodístico en la universidad de Yale, afamado escritor y periodista, editor de varias revistas especializadas, accionista en varios de los más prestigiosos rotativos de Nueva York. El profesor Worth era amigo de la familia y tenía una especial relación con Thomas James, el padre de Lynda, casi desde la infancia. Solía visitar mucho al matrimonio James. Descubrió las dotes naturales en Lynda y recondujo su curiosidad natural.

Lynda parecía tener un especial talento para la escritura que el profesor Worth se encargó de potenciar. Imposibilitada para estudiar una carrera, Worth se ofrece a darle clases particulares para depurar su estilo. Lynda enseguida comienza a apasionarse por la idea de trabajar en un periódico. Gracias a las influencias de Worth, en 1926 Lynda logra entrar en una publicación local llamada New York Sunset, donde hace sus primeros trabajos de redacción.
La afición por la fotografía le llegaría por casualidad. Su compañero gráfico resulto herido en un tiroteo durante una redada policial de la que ellos fueron testigos de excepción. Ante la imposibilidad de sustituir a su compañero, Lynda cogió la cámara durante su rehabilitación descubriéndose con una habilidad insospechada para ello. La calidad de sus fotografías fueron tales que, a partir de entonces, sus editores no dejaron que regresase únicamente a la crónica.

Durante 1928 continuó alternando la crónica con su recién descubierta habilidad fotográfica, sin embargo, sería durante 1929, año agridulce para ella, que se descubriese como uno de los talentos fotográficos con más proyección de Nueva York.

Sus crónicas fotográficas sobre los estragos de la crisis, pero por encima de todo sus fotografías sobre los perjuicios provocados por el paro, la hambruna y las consecuencias de las protestas, tuvieron tanta dimensión social que muchas de ellas dieron la vuelta al mundo. Eso hizo que otros periódicos de gran calado se fijasen en esta joven reportera. El New York Herald, recientemente fundido con el New York Tribune, ficharon a la periodista en un intento de dar un golpe de efecto. Pretendían contrarrestar las pérdidas provocadas por el crack bursátil contando en sus filas con la periodista gráfica del momento y así mantener la cartera de muchos de los desconfiados accionistas. Lo cierto es que el NY Herald-Tribune aguantó la caída.

1929 sería el año en el que Lynda perdería a su padre en una de las muchas revueltas y protestas, que, aquel año, ella misma cubría para el periódico. Su madre no lo resistiría y cayó en una honda depresión que acabaría por hacerle perder el juicio. Sus hermanos mayores decidieron ingresarla en el hospital psiquiátrico St. Mary.

A principios de 1930 Lynda suplicó a los directores del Herald ser corresponsal en el extranjero para alejarse en lo posible de las tragedias familiares. A fuerza de insistencia y tesón logró convencer a sus editores de que la enviasen al conflicto chino, desde 1925, arrasado en una contienda civil. Estuvo casi dos años recorriendo el extenso continente escribiendo para el periódico las vicisitudes del ejército comunista y sus enfrentamientos con las fuerzas nacionales.

Al estallar la guerra del Chaco en Perú en 1932 y cuando las cosas en China comenzaron a ponerse serias con la intervención de Japón en la Manchuria, sus editores decidieron acercar a Lynda de nuevo al continente americano, a pesar de sus airadas protestas. Ni se imaginaban que al lugar que enviaban a su reportera gráfica estrella era tan peligroso como del que la sacaban. La colección fotográfica del conflicto es probablemente el mejor documento gráfico del mismo jamás publicado. Sin embargo, a los lectores del Herald no parecía interesarles aquella guerra en sudamérica cuando la atención seguía estando en los estragos de su delicada economía.


La noticia de que Lynda podría haber enfermado de malaria fue la excusa para sacarla de allí y traerla de vuelta a Nueva York. A primeros de 1933 Lynda pisaba suelo americano después de casi tres años de corresponsal en el extranjero en las zonas más calientes del planeta, donde se curtiría como persona y profesional.

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